martes, 13 de agosto de 2013

El grito

El grito (1893), del expresionista noruego Edvard Munch (1836-1944), se ha convertido en el icono moderno de la angustia existencial.

Munch pintó El grito como parte de una serie más amplia titulada "Friso de la vida" (un poema sobre la vida, el amor y la muerte). Con esta obra quiso demostrar la teoría de la sinestesia, que defiende que los impulsos de luz y color pueden producir la impresión de sonido, y viceversa. La primera versión que realizó Munch incluía un relato inscrito de la experiencia que le inspiró la sorprendente imagen: "Me encontraba paseando con dos amigos... cuando el sol empezó a ponerse... de repente, el cielo adquirió un tono rojo sangre... me detuve, agotado, y me apoyé en una verja... sobre el fiordo azul oscuro y la ciudad pendían sangre y lenguas de fuego... mis amigos continuaron caminando, mientras yo permanecía allí, temblando de ansiedad... entonces sentí un alarido infinito que atravesaba la naturaleza".

Por lo tanto, el personaje central es el propio Munch. El hombre no está gritando, sino protegiéndose los oídos del ruido. Tras él se ve el fiordo de Oslo, tal y como se contempla desde la colina de Ekeberg. La perspectiva distorsionada y las líneas escabrosas y serpenteantes representan visualmente el ineludible sonido del grito.

Aunque Munch realizó más de medio centenar de versiones del cuadro, existen dos que merece la pena destacar: la primera la realizó en gouache sobre cartón y fue robada del Museo Munch de Oslo en 2004; la segunda, ejecutada al óleo, témpera y pastel, se encuentra en el Museo Nacional de Oslo. Munch también creó una litografía de la imagen en 1895.

OTROS DATOS DE INTERÉS
1. Un estudio meteorológico que se realizó en 2003 apunta a que la fuente de la inspiración de Munch fue una puesta de sol inusualmente intensa provocada por la erupción del Krakatoa en 1883.

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